A favor o en contra del tiempo
El manejo de crisis en una campaña electoral
Manejar una crisis en una campaña generalmente supone dos cosas. Que a nuestro candidato le va pésimamente mal y que tenemos poco tiempo. Algo similar a un boxeador por el título mundial que llega a la última vuelta groggy y acosado por los golpes de su adversario. En una situación así, no tenemos tiempo para hacer detallados estudios del electorado, para planificar fases de campaña donde ganamos paso a paso a un abanico amplio de electores diferentes. Tenemos que jugar contra el tiempo y contra la imagen negativa que ya adquirió nuestro candidato. En esta situación tenemos que hacer maravillas tácticas, porque el tiempo de las elaboradas estrategias ya pasó.
¿Cómo hacemos estas maravillas tácticas? Tratamos de lograr los siguientes efectos:
1) Patear el tablero, es decir quebrar los roles que han asumido hasta entonces nuestro candidato y nuestro adversario y que nos habían llevado al borde de la derrota.
2) Hacer un súbito cambio de imagen, con efecto de impacto incluido, que no pase inadvertido a nadie, en nuestro candidato.
3) Inducir un cambio de imagen negativo en el adversario, tratando de llevarlo a cometer errores. En una situación de crisis, los errores del adversario tienen mucho mayor poder de hacer crecer a nuestro candidato que sus propios aciertos. Esto no quiere decir en absoluto hablar mal del adversario, cosa que, por el contrario, lo llevaría a fortalecer su posición.
4) Apostar a grupos sociales extremos: a líderes de opinión y a desinteresados en política y desinformados. Unos y otros, por conveniencia personal en un caso, y por desinterés o simple desinformación en otro, son los más fáciles de captar en el fragor de la campaña. Tenemos que disponer de la prensa, para llegar a los líderes de opinión. Instrumentar un “war-room” táctico diario. Tenemos que tener también suficiente pauta en la televisión, para llegar a los desinformados. No hay que olvidar que, a dos o tres semanas de la elección, todavía tenemos la cuarta parte del electorado por lo menos, que no ha decidido su opción de voto. Esos votos, de gente desinformada, son generalmente suficientes para revertir una elección, pero tienen un problema, generalmente votan a quien parece que va a ganar, y ese no es nuestro caso concreto. Por eso en un manejo de crisis electoral tenemos que generar un quinto efecto.
5) Debemos generar sensación de poder, debemos, por diversas vías, generar el efecto de vuelco de los acontecimientos. De que ya no es cierto lo que la gente suponía una semana atrás. Todos estos efectos son materia cotidiana en un manejo de crisis de campaña electoral. Para que las cosas funcionen debe haber una alineación perfecta entre el equipo de campaña y el consultor, porque cuando todo está casi perdido no hay tiempo para discutir las opciones tácticas del especialista. Por otra parte los manejos de crisis tienen un costo mucho más alto, porque tienen un altísimo nivel de stress y porque la reputación profesional del consultor siempre puede ser una víctima accesoria del candidato que se encuentra en graves dificultades.
¿Por qué entonces hacemos manejo de crisis? Porque para un consultor son, por muy lejos, las campañas que dan mayor estímulo para ganar.